La mayoría de españoles usamos a diario el aceite de oliva. Sabemos que es el tipo de aceite más saludable y nos encanta, pero apenas somos capaces de distinguir entre variedades y calidades y no siempre la utilizamos como es debido.
Hasta hace no mucho el aceite de oliva estaba reservado para aliñar ensaladas y apenas se usaba para guisar (y no digamos para freír), un terreno en el que triunfaba el más humilde aceite de girasol. Hoy en muchas casas se utiliza sólo el aceite de oliva, pero no siempre se saca todo el partido a este oro líquido. Hay cinco errores que solemos cometer al usar este aceite y haríamos bien en conocer para disfrutar por completo de todas sus bondades.
1. Comprar aceite de oliva “suave” pensando que tiene menos calorías
El aceite de oliva “suave” nunca es virgen (no está formado en un 100% por zumo de aceituna), sino que es una mezcla de aceites de oliva refinados y aceites de oliva vírgenes. Su suavidad sólo se refiere al grado de acidez, que es menor que en otros aceites de sabor “intenso” pues lleva una menor cantidad de aceite de oliva virgen; pero esto nada tiene que ver con su poder calórico. Todos los aceites de oliva (vírgenes o no) tienen aproximadamente las mismas calorías, unas 884 por cada 100 gramos.
2. No usar el aceite de oliva virgen extra para cocinar
El aceite de oliva virgen extra (AOVE) es el de mayor calidad, pues sólo contienen zumo de aceituna de calidad superior y menos de un grado de acidez, pero es también el más caro. Es por esto que en la mayoría de los hogares se reserva en exclusiva para aliñar ensaladas o tomar en crudo en el desayuno. Pero las cuestiones de ahorro nada tienen que ver con la conveniencia de usar este aceite para cocinar: en muchos platos aporta un sabor inconfundible y no hay ninguna razón para no utilizarlo.
Es cierto que el AOVE se quema a menor temperatura que otros aceites de oliva refinados y no digamos que otros aceites como el de girasol o el de sésamo (que es el que más se utiliza para cocinar al wok, dadas las altas temperaturas que alcanza el aceite en este tipo de utensilios). EL AOVE se empieza a quemar en torno a los 200 grados pero, si no tenemos pensado alcanzar esa temperatura (y no la alcanzaremos en la mayoría de guisos), se puede utilizar perfectamente.
3. Dejar el aceite al lado de los fuegos de la cocina
Este error es extremadamente común. Dado que el aceite de oliva se utiliza para cocinar es cómodo tenerlo junto a los fuegos, pero esto puede hacer que se eche a perder. El aceite de oliva debe conservarse en un lugar fresco y seco, en el que no dé el sol y no haga excesivo calor. Lo mejor, además, es guardarlo en un recipiente opaco.
4. Usar variedades concretas para empleos inadecuados
Al igual que el vino, el aceite de oliva varía en función del tipo de aceituna del que se ha extraído. Las cuatro principales variedades de aceites (que, además, pueden mezclarse entre ellas) son hojiblanca, picual, arbequina y cornicabra, y cada una tiene sus propias características. El aceite hojiblanca, por ejemplo, es fuerte e intenso, perfecto para consumir en crudo, pero poco recomendable para cocinar; el aceite picual, por otro lado, es el mejor para freír (sí, se puede freir con aceite de oliva si no necesitamos que alcance una temperatura demasiado alta) o para guisar.
5. Comprar grandes cantidades que no vas a consumir rápido
El aceite de oliva es mucho más económico cuando se compra en garrafas de 5 litros, pero antes de lanzarnos a comprar como locos cuando vemos un buen aceite en oferta debemos pensar cuánto aceite consumimos en casa. Una vez abierto, el aceite debe consumirse en unas 6 semanas. No es que se ponga malo pasado este tiempo, pero a partir de esta fecha empieza a perder parte de sus cualidades.
Fuente: www.elconfidencial.com